El gobierno provincial y la ineficiencia, también, en los servicios públicos

Transitamos los últimos días de un año difícil, de muchos padecimientos, renunciamientos y pérdidas de todo tipo. La pandemia del Covid-19 corrió el velo del relato de la Provincia fuerte para dar lugar a la triste realidad de un Gobierno desgastado, sin reflejos y arrodillado a los caprichos del gobierno nacional, teñido del autoritarismo y populismo Kirchnerista.

Desde el Comité Central de la UCR de la provincia de Córdoba sostenemos que los servicios públicos han sido un reflejo de ese descarnado escenario, donde los conceptos de usuario y consumidor se desdibujaron al punto de olvidarlos absolutamente.

Sirva de ejemplo la decisión de privar al 60% de los cordobeses del transporte interurbano por más de nueve meses, abandonando a su suerte a trabajadores y enfermos.

En materia de agua potable, las épocas de bajas precipitaciones en distintas cuencas serranas resienten el servicio a lo largo y ancho de la provincia, en particular en el norte y oeste, donde el acceso al agua potable, por la falta de planificación y de obras de infraestructura han tornado en ilusorio un derecho ya concebido como derecho humano, consolidando una política de exclusión de cordobeses de distintas categoría según el lugar donde habiten.

Asimismo, tal como sucede hace más de 20 años, el comienzo de la estación estival, con las lógicas precipitaciones y aumento de la temperatura, desnuda la precariedad de la estructura del sistema de energía eléctrica provincial. Los cortes del servicio o su prestación irregular ante las modificaciones climáticas constituyen la prueba cabal de esa realidad.  Las promesas sistemáticas de mejor servicio ya no ilusionan a ningún cordobés, quienes nos hemos resignado a padecer un mal servicio de energía eléctrica, pero al mismo tiempo el más caro del país.-

En definitiva, a las penurias de una pandemia en Córdoba se suman las de un Estado ausente y mudo, que en materia de servicios públicos ya no puede ocultar su ineficiencia pero tampoco su asimétrica onerosidad. El marketing ya no alcanza.

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